martes, 4 de septiembre de 2012

El Pozo Sin Fondo

A pesar de lo mucho que intenté en días pasados encontrar algo que preguntarme para realizar mi tarea; no encontraba fenómeno alguno que provocara en mí la inquietud genuina de entender el por qué o el cómo acerca de la mecánica y/ o idiosincracia con que normalmente opera la gente o grupos diversos como respuesta cultural consciente o inconsciente, sino hasta hoy que un hecho particular me puso a pensar:

Hace una semana  la aguja de mi carro marcaba el puntero en reserva extrema producto de la ya tan conocida situacion quincenal con los combustibles, de manera que pase a cargar gasolina a una estacion ubicada a unos cuantos metros de mi casa donde al llegar, protagonice un incidente desagradable por inconformidad con el servicio: la gasolina que me fue cargada al vehículo contenía agua hecho por el cual una pieza del catalizador se averió por lo que reclamé de manera acalorada a empleados y administración de la franquicia, siendo así como entre tantas imprecaciones proferidas jure no volver jamás a pararme por ahí de nuevo... Hace unas horas cargue gasolina inexplicablemente en ese mismo lugar.

El hombre esta conectado o ligado a todo aquéllo que se acostumbró 

Y así es como de la misma forma pudiera valorar particularmente a un circulo vicioso en las relaciones conflictivas: la mujer que aborrece y se decide a abandonar al marido golpeador con el que regresa al cabo de cierto tiempo argumentando que cree que lo puede cambiar, el tipo que se inscribe en el gimnasio para ponerse en forma, entrena arduamente y abajo de su cama almacena golosinas, el marido mujeriego que promete a su esposa serle fiel y en su celular continua conservando los números telefónicos de sus antiguas andanzas con lo que me llevaría a preguntar en estos y en mi propio caso particular: -¿Verdaderamente la capacidad de pasar por alto lo que nos proponemos para cambiar es tal, que estamos dispuestos a olvidarnos de guardar congruencia a la vista de los demás y de uno? 

Es así como valoro personalmente la forma en que trabaja la procrastinación cultural: personas y grupos que se dicen tajantemente hartos de un mal desempeño o de resultados pobres que le escuecen en la cara que hacen a la directiva argumentar alegóricamente que cambiarán y que al poco rato recurren de nuevo a sus modelos conflictivos tradicionales, pese a una consciencia institucional en que alardean a los cuatro vientos sus buenas intensiones de cambio: así las organizaciones continúan echando rollos sobre competitividad, redactando planes por escrito y manuales de organización complejísimos, instituyendo rígidas e indolentes políticas sobre trabajo en equipo y de evaluación de desempeño; continúan perdiendo el tiempo valioso en sus "juntas ejecutivas" sobre dirección estratégica, siguen directivos y capacitadores queriendo llegar a sorprendernos con sus hermosos cuentos de Walt Disney sobre un "Great place to work" de ensueño, hablan de manejo de conflictos como si fuese la panacea universal y sin embargo; todo sigue igual: saben qué, cuando, cómo y dónde deben de cambiar, pero no lo hacen como algo permanente.

Pero:- ¿Qué es lo que pasa? -¿Se les olvidó tan pronto lo que prometieron cambiar?-. La piedra angular de mi preocupación se basa en esa ácida faceta de cambios simulados donde la organizacion entiende bien -y digo efectivamente que sí entienden porque están conscientes de las consecuencias de sus resultados, porque los vive y los padece en carne propia e incluso afirman que no le conviene- que necesitan modificar esquemas, procesos o mecánicas de trabajo, dirección, motivación, etc; sin embargo no hacen a consciencia el esfuerzo constante por generar cambios ciertos, esto es; saben qué hacer y cómo hacerlo pero no lo hacen, lo que a decir de un dicho popular: resultan "llamarada de petate".
 
Dentro de esto lo que más llama mi atención es que algunas organizaciones bajo este planteamiento o mejor dicho, este esquema cultural hayan sobrevivido hasta ahora con una durabilidad en el mercado ¿Cuestión de suerte?

Desde tiempo atras me ha llamado la atencion la falta de congruencia organizacional y humana  evidenciada en el doble discurso impreso en la mecánica de repetición continua de esquemas destructivos sobre un bonito decalogo de buenas intensiones. Y lo que me 
resulta llamativo es el comparativo entre lo evidente y mi supuesto personal con que percibo que no es lógico para mi retorcida forma de pensar, que una organizacion desea exprofeso fracasar o desaparecer, sino todo lo contrario.

Este hecho parte de un supuesto personal concreto: aquel que se dice cansado de un esquema que no le resulta útil busca cambiar de estrategia o modificarla, de manera que buscará generar un estado permanente de seguimiento para lograr el cambio.

A partir de mis propias creencias y supuestos como observador me surge lo siguiente:

1)¿Si un cambio permanente en la cultura de algún grupo puede resultar provechoso, entonces porque muchas organizaciones aun cuando instituyen medidas y políticas para su cumplimiento continúan siguiendo "por debajo" sus esquemas tradicionales a sabiendas de que resultan infactibles?

2)¿Por qué ciertas organizaciones plantean como medidas de transformación soluciones con expectativas elevadas que no son capaces de continuar siguiendo?

1 comentario:

  1. Gracias Javier por esta primera reflexión. Muy extenso, pasando por la gasolina, las organizaciones.....y tus preguntas. Espero que te ayudemos a encontrar caminos hacia las respuestas que buscas

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